Aprovechando la visita de Fermín a tierras noruegas por segunda vez, nos pusimos en marcha hacia uno de los parques naturales del país llamado Dovrefjell. La idea era subir a su montaña más alta (Snøhetta, 2286 msnm.) y perdernos un poco por la zona sin rumbo definido. Tomaríamos como base para plantar la tienda los alrededores de una cabaña de la DNT llamada Åmotdalshytta. Siempre viene bien estar cerca de algún refugio decente por si el tiempo se pone más feo de la cuenta, estamos en Noruega y aunque es verano, siempre puede haber tormentas inesperadas.
Salimos desde Oslo en dirección a Hjerkinn un jueves por la tarde, llevándonos el viaje en total unas cinco horas. Lo bueno del verano es que siempre hay luz así que no teníamos problemas en encontrar un sitio para plantar la tienda por muy tarde que fuese. Lo malo es que los mosquitos tampoco tienen horario y nos acribillaron mientras montábamos la tienda. Fue toda una aventura entrar en ella procurando que los mosquitos no se colasen dentro.
Después de una noche de sueño plácido nos levantamos para coger el autobús que llega hasta el refugio, todavía sin inaugurar, de Snøheim. No es posible transitar la zona porque es un antiguo lugar de pruebas del ejército noruego y lo están limpiando de restos de metralla y material explosivo. Divertido cuanto menos…
Vista de Snøhetta desde Snøheim
Hay diversas rutas que van hasta la cima principal de la montaña y nosotros optamos por la menos directa. Implicaba dar un pequeño rodeo, pero el desnivel no iba a ser tan pronunciado como por las otras y, ¡qué demonios!, no teníamos ninguna prisa. En la foto anterior se puede ver que subimos por todo el perfil de la loma de la derecha, poquito a poco.
Tuvimos que bordear un lago y atravesarlo por encima de un gran nevero que todavía lo cubría por la desembocadura de uno de los muchos afluentes, pero no hubo más obstáculos hasta la cumbre. Solo un tramo bastante largo de rocas muy grandes que tenías que ir saltando y se hacía muy pesado.
La parte final antes de llegar a cima está cubierta de nieve, pero la temperatura era lo suficientemente buena como para que estuviese blanda y fuese fácil pisar sin resbalar.
Ultimos metros de la ascensión a Snøhetta
Durante los últimos momentos de ascensión ya se veía el monolito que suele estar en las cimas de muchas montañas (en España sirven como vértices geodésicos) pero no era nada más que una ilusión óptica.
Por más que andábamos no llegábamos nunca al dichoso monolito
Se hacía extraño avanzar constantemente y no llegar nunca al destino, hasta que ya estando muy cerca, nos dimos cuenta del motivo.
Los dos monolitos de Snøheim
El de tamaño normal ahí estaba, empequeñecido al lado de su hermano mayor. Después de las fotos de rigor, resguardarnos del viento que hacía y comer un poco, empezamos a bajar por la ladera norte de la montaáa, que estaba mucho más llena de nieve.
Foto de cima en Snøhetta
La cara Norte estaba mucho mas cargada de nieve y empinada que la Este
Unas polainas hubiesen venido muy bien para hacer esa bajada, porque la nieve se metía por todas partes y las botas se terminaron mojando, aunque mientras los pies estuviesen calientes no había problema.
Después de la parte de nieve, tocaba otra vez roca
Y justo después pradera y arroyos
El valle donde se encuentra el refugio de Åmotdalshytta es bastante amplio, con un par de lagos que se nutren de los innumerables torrentes del deshielo de las cumbres cercanas y que en ocasiones más parece un pantano o un arrozal que alta montaña. Con un tiempo más que aceptable y unos caminos bien definidos, llegar a la cabaña fue coser y cantar.
Nuestra fuente particular con un cartel bien aclaratorio de lo que es agua
Distintos edificios que forman parte de Åmotdalshytta
Montamos la tienda a una distancia prudencial del refugio porque así lo indicaban distintos carteles aunque hubiese estado muy bien poder plantarla cerca de una de las casas y por lo tanto más protegida del viento. Pero en esta ocasión hubo tiempo para dejarla perfecta y ni el mayor huracán la habría arrastrado. Bueno, exagero, pero es la impresión que daba.
La tienda con Snøhetta al fondo, y su cumbre nublada
Después de todo el día caminando deberíamos haber descansado, pero al siguiente teníamos intención de hacer otra ruta y quisimos explorar un poco más. Un poco más abajo del track hay más información.
Para explorar un poco el tramo final de la ruta del día siguiente, nos aventuramos a intentar cruzar el río en repetidas ocasiones. Había señales indicando que el camino iba por allí, pero al estar tan crecido era imposible hacerlo porque todas las piedras estaban cubiertas de agua. Quizás desde el otro lado fuese más fácil encontrar la ruta así que decidimos dejarlo todo en la mano del destino.
El tema al día siguiente iba a estar movidito